miércoles, 4 de mayo de 2011

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL ( I )

Es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos.

Daniel Goleman popularizó éste concepto, tras la publicación de su libro “La Inteligencia Emocional” en 1995. E introdujo un concepto nuevo de Inteligencia.
Para ser un buen empleado no basta con tener una Inteligencia Académica o Intelectual desarrollada para tu trabajo, pues tú trabajo seguro que implicará relaciones personales, y éstas se basan en sentimientos. La Inteligencia Emocional se encarga de éstas relaciones laborales.

Como ejecutivo y sobretodo como persona, el tener una Inteligencia Emocional bien desarrollada, nos ayuda a reconocer los sentimientos que se producen en nuestro interior, y los que producimos a los demás; y conociéndolos, podemos modificarlos a nuestra conveniencia. Esto es muy importante a la hora de relacionarnos, y por lo tanto, a la hora de dirigir o liderar un equipo de trabajo.

Destacaremos tres puntos importantes dentro de la Inteligencia Emocional:

1.      Detectar los sentimientos propios.
2.      Detectar los sentimientos ajenos.
3.      Desarrollar las habilidades para manejar los sentimientos.


1.- SENTIMIENTOS PROPIOS:

El primer paso para ejercitar nuestra Inteligencia Emocional es aprender a detectar los sentimientos propios; pues difícilmente podremos detectar los sentimientos ajenos si no sabemos detectar los sentimientos propios.

 Cada situación en la que nos encontremos, nos producirá sentimientos diferentes, de alegría, tristeza, estrés, vergüenza, excitación, motivación, cansancio etc. Detectar éstos sentimientos no es tan fácil como parece. La diferencia entre dos de ellos puede ser muy sutil, pero las consecuencias de uno u otro muy distintas.

Ejemplo: Las diferencias sintomáticas entre fatiga y determinadas situaciones de estrés, pueden ser muy pequeñas, pero la fatiga la solucionamos durmiendo un fin de semana, mientras que el estrés no desaparecerá hasta que eliminemos el foco de dicho estrés, y si dormimos todo un fin de semana, el lunes estaremos más estresados por haber perdido 48 horas.

Es normal tener varios sentimientos a la vez, incluso algunos enfrentados, pero debemos focalizarnos en los más potentes. O en todos ellos, pero de uno en uno y por separado.

Una vez detectado qué sentimiento estamos viviendo, analizaremos el por qué nos aparece éste determinado sentimiento. Para ello, es bueno hacerse varias preguntas:

1.      ¿Nos gusta éste sentimiento?
2.      ¿En qué lugar el sentimiento es mayor?
3.      ¿En qué momento del día éste sentimiento es más fuerte?
4.      ¿En presencia de quién se acentúa éste sentimiento?
5.      ¿Hay alguna situación que multiplique éste sentimiento?
6.      ¿Y alguna que lo disminuya?

Contestando a éstas sencillas preguntas podremos localizar, casi con toda seguridad, el foco del sentimiento, y por tanto, tratar de aumentar o disminuir dicho sentimiento según nos convenga, y buscar una solución en caso que el sentimiento sea negativo y perjudicial.

Un sentimiento negativo detectado a tiempo, puede quedarse en anécdota, mientras que uno acentuado por el paso del tiempo puede ser incluso letal. Si detectamos un foco de estrés laboral, un jefe que exige demasiado por ejemplo, y ablando con él (o con el superior que a su vez le exige demasiado) podemos reducir el foco de estrés, en unos meses quedará en anécdota, que incluso nos pude hacer pasar un buen rato en la cena de Navidad, mientras que si éste mismo foco de estrés se acentúa, los problemas se multiplican y puede llevar al individuo a un infarto o incluso al suicidio.

Una vez detectado el sentimiento y el origen de éste, estaremos en disposición de focalizarlo, pudiendo convertir algo perjudicial en algo beneficioso; podremos anularlo o fortalecerlo según nos convenga, y tendremos un empujón extra en todo momento.

Una práctica habitual en ejecutivos de éxito es dirigir el estrés propio según nuestras necesidades. Mucha gente trabaja mejor con cierta presión, así que aumenta su estrés en caso necesario, o lo reduce si es excesivo. También podemos visualizar el estado de autorrealización (ver pirámide de Maslow) alcanzado en otras situaciones de éxito, y relacionarlo con el proyecto actual (visualizándonos en dicho estado una vez acabado el proyecto). De ésta manera focalizamos el estrés para que nos empuje, poniéndonos presión, y generamos un estado de motivación que nos estira hacia el éxito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario