domingo, 16 de octubre de 2011

PERSIGUIENDO UN SUEÑO

A priori, esta crónica no tiene mucho que ver con el tema del Blog, pero creo que se puede aprender algo de ella. Y quería compartir con vosotros este gran reto conseguido.

Corría el año 1990, yo estaba introduciéndome en el mundo de la vela y el Fortuna Extra Light batía el récord de velocidad en la Witbread Round the World Race.
Hablando con un par de amigos sobre las imágenes de esa mítica regata comentamos que se debe ser un tipo muy duro para aguantarla. Miramos los videos de la regata, que mi padre nos consiguió, hasta gastarlos. Un día, uno de esos amigos comenta que ha visto un video de la prueba deportiva considerada como la más dura del mundo; sólo acabarla ya es un logro. Comenta que vio a una chica corriendo sin poder mantener la línea recta, tambaleándose. Se había deshidratado y le pudo la fatiga. A escasos metros de la línea de meta cae al suelo semiinconsciente y pierde el primer puesto a favor de Kathleen Mc Cartney. Julie Moss, sigue en el suelo, sin poder levantarse, pero no deja que nadie la ayude, y lucha por mantenerse consciente. Poco después, en un último esfuerzo titánico consigue levantarse y acabar la prueba en segundo lugar. Vuelve a caer al suelo y rompe a llorar. Acababa de perder el primer puesto y no lloraba por eso, lloraba de emoción. Esas imágenes, sucedidas hace años, nos llegaron. Por aquel entonces, la prueba ya gozaba de gran popularidad, y  se había aceptado como el reto deportivo de mayor dureza que puede alcanzar el ser humano. Julie había contribuido en gran medida a esa fama, y el nombre de la prueba también. Nuestra Witbread cayó del pedestal en la que la teníamos, y la prueba más dura de nuestro pequeño mundo, ahora era el Iron Man de Hawaii. ¡Qué bonito sería poder ser uno de esos hombres de hierro que, un día, por amor al deporte, llegan a tocar la gloria!

Ese pensamiento quedó aletargado; yo seguí navegando, los éxitos deportivos se sucedieron durante años, y la Witbred volvió a lo más alto del pedestal. Luego la sustituyó la Around Allone: la vuelta al mundo en solitario y sin escalas.

Me dediqué a varios deportes: hockey patines, hockey hierba, hockey in line, castells, esquí, raids de aventura, trekking, ciclismo, etc. Pocas competiciones y muchas ganas de pasarlo bien, y siempre con la vela de fondo. El amor por el deporte ha marcado mi vida. Es un amor incondicional, que ha existido desde siempre. Me he separado de él por temporadas, pero la atracción queda, y al final siempre vuelve. Gracias Papas por haberme introducido este bello amor desde mi infancia, os estaré eternamente agradecido. Por esto y por muchas otras cosas, claro. Núria no te pongas celosa que es un amor distinto al que siento por ti.

Años más tarde, mi primo me comenta que ha hecho un triatlón sprint, y que se lo pasó genial, y me pica para que apunte al siguiente. La temporada se acaba, así que tengo 8 meses para prepararme. Pero tengo un problema, hay que correr 5 kilómetros, y  hace 7 años que no puedo correr… Pero una voz interior suena dentro de mí. Ese pensamiento aletargado durante 20 años lucha por salir. Julie Moss lo logró, y esa voz, un día, consigue que se lo comente a Núria, mujer extraordinaria como pocas, fisioterapeuta de las buenas, madre de mis hijos, y con una paciencia infinita para aguantarme y apoyarme. Como en los últimos 7 años, me repite: “si te duele corriendo, ¡¡CORRE!!”, Y anticipándose a mi respuesta dice: “si te duele a los 12 minutos, corre 10, pero corre”…. Es el último empujón que necesitaba, ¡GRACIAS NÚRIA!

Y me pongo a correr… 10 minutos, pero cada día… ¡Un auténtico desastre, ni si quiera llego a sudar! (quizás porqué por los alrededores de mi casa estamos a pocos grados positivos en esta época del año…). Para alguien que ha hecho una Titan Desert, una 1000 Millas a 2 ó la Transcatalunya (pruebas deportivas de muchas horas o días), ponerse a correr 10 minutos es algo desesperante. Peor sigo, un día tras otro, hasta que al cabo de dos meses, Núria me dice que pruebe a correr ¡¡12 minutos!!... Patético, con esta progresión no hago una triatlón sprint (750m nadando, 20Km en bici y 5Km corriendo)… ¡ni cuándo me jubile!... Bueno, confianza plena en Núria… Y Julie sigue luchando por demostrarme que se puede conseguir. Como mínimo he conseguido correr 12 minutos, que antes no podía. Seamos positivos…

En Julio de 2009 acabo mi primer triatlón sprint: ya he picado. El pensamiento aletargado se despierta y lucha por salir: ha llegado el momento. Julie Moss me repite una y otra vez que acabar ya es un gran logro. Y poco a poco se cuaja la estrategia para conseguirlo.

Primera triatlón Olímpica tres meses más tarde, y Julie insiste en que no es suficiente,  ¿hay algo más grande que perseguir un sueño?

En Junio de 2010 me estrené en la distancia de  ½ Iron Man (1900m nadando, 90km en bici y 21Km corriendo), y el resultado fue espectacular, no por el crono marcado - 6h20min - sinó por la enorme satisfacción de haber conseguido algo grande. La triatlón de Balaguer está considerada una de las más duras de España. La organización es fantástica, el recorrido espectacular y muy duro en todas las disciplinas. La satisfacción es tan grande como difícil de conseguir es el reto.

En Balaguer tuve claro que el Iron Man caería pronto. Lo pasé realmente mal en la media maratón, vi a corredores exhaustos dejarse caer al suelo, tirones y rampas de todo tipo, gente llorando por no poder acabar al lesionarse, muchas cojeras por dolor, y un 20% muy decepcionados pues no habían llegado antes del tiempo límite de bici para poder salir a correr.

Pasan los días y las agujetas se van. Pasan las semanas y los dolores desaparecen. Pero la sonrisa sigue esculpida en mi cara. La satisfacción y el logro son sensaciones que perduran mucho tiempo, tanto más cuanto más duro ha sido conseguirlo. Julie, estoy decidido a llegar, igual que tú.

Sábado 1 de Octubre. Calella. Día de euforia contenida. El cuerpo sabe que se acerca un día extraordinario, y se prepara para la acción. Nervios y endorfinas me producen una mezcla ya conocida de tensión, satisfacción, seguridad y alegría. Estoy hecho para esto. Todos los meses de duros entrenamientos valen la pena sólo por estas horas previas a la competición. 

Voy al village que han montado para el evento. Todo es excitación contenida y nervios. Recojo mi dorsal y el resto de material. Tres bolsas de colores, para poner lo necesario de cada disciplina. Hay corredores y máquinas por todos lados. ¡Vaya máquinas! Pero si eso no son bicicletas, parecen aviones ultrasónicos. Mi bicicleta de aluminio destaca por su sencillez en un mar de carbono, ruedas lenticulares, perfiles afilados y aerodinámicos, cascos de contrarreloj, acoples futuristas, bidones de formas aerodinámicas y con líquidos de todos los colores que, o son sospechosos o no pueden sentar bien. Pues yo pienso llevar hasta mi bolsita con herramientas, una cámara de recambio y la mancha. Para mí, acabar ya es un gran logro, ¿verdad Julie?, pero en mi interior está la esperanza de poder bajar de 12 horas.

Domingo, 5:45h de la mañana. Suena el despertador  y, cosa rara la noche antes de una competición, he dormido bien. Me levanto, me visto, y  desayuno un plato de espaguetis, un vaso de leche con Cola-Cao y cereales, un plátano y un zumo. Cojo mis cosas, me despido de Núria y voy hacia Calella. Ella vendrá más tarde con los niños, y me dará el bocadillo en el último avituallamiento de bici.

Me dirijo hacia el box a revisar la bici, hablo con ella y la cargo de geles y barritas energéticas para alimentar a un regimiento: mejor que sobren que no que falten. Intercambio unas palabras con algunos corredores. La tensión se palpa en el ambiente. Toda la excitación de ayer se ha convertido en dudas, y no es una sensación sólo mía: la gente está mucho más callada, y agradece que le hables para distraer la tensión. Desde allí veo los retretes. Una hilera de más de 20, uno al lado del otro, y como en todas las carreras, ¡nunca hay suficientes! Frente a cada uno de ellos, una cola de 20 personas. Me divierte pensar que casi la mitad de los participantes tienen  un apretón, y agradezco haber tenido mi momento en casa y tranquilo…

Repaso el recorrido de natación y me parece larguísimo. A las 8:30h el primer pistoletazo de salida y los profesionales salen disparados. En olas de a 2 minutos salen las profesionales, las federadas, los mayores de 45 años y la siguiente salida me toca a mí. Luego vendrán muchos más.

El momento ya se acerca.  Preparo el cronómetro del reloj. La tensión se puede cortar con un cuchillo. ¡BANG! Ya estamos. ¡A por ello! Dejo que salgan los estresados y que se maten entre ellos; ya caerán más tarde (o no). Me meto en el agua intentando mantener la calma y me pongo a nadar tranquilamente, a mi ritmo, pero sin demasiado esfuerzo. Al cabo de poco me doy cuenta que no he puesto el crono en marcha. Los nervios me han jugado una mala pasada. Lo pongo en marcha.

No voy bien. Me cuesta respirar. ¡Maldita alergia! Todavía arrastro algo de la semana pasada. Me entra la tos e intento compaginarla con las brazadas y el respirar. Como no, acabo intentando coger aire con la cabeza debajo del agua, cosa que no se debe hacer, y me trago un litro por lo menos. Bueno, miremos la parte positiva, al menos estaré bien hidratado. Sigo intentándolo. No quiero perder el ritmo. Trago más agua. Pienso: te vas a pasar 12 horas compitiendo y te viene de perder tres brazadas… ¡ya te vale! Por fin dejo de toser. Sigo.

Se acerca la primera boya y estoy atrapando a una chica. Eso me anima. Sigo braceando. Giro la boya y enfilo uno de los tramos largos. Es imposible ver la boya. Periodo de encefalograma plano y poca interacción con el resto de participantes. ¡Esta boya no llega nunca! Venga, unos 10 minutos más y ya doy la vuelta. A partir de allí ya descontamos. Esta es una técnica que aprendí leyendo el libro de Josef Ajram: cuando una distancia te asusta, sólo tienes que hacer la mitad; a partir de allí ya descuentas lo que has hecho, y siempre parece menos.

En la boya, una fría y una caliente. La caliente es que he pillado a una profesional ¡soy una máquina! La fría es que me empiezan a pasar los federados, algunos muy rápido y sin contemplaciones, que si te tienen que pasar por encima ¡lo hacen! Bueno, no hay que generalizar. A decir verdad, son sólo  algunos estúpidos que creen que así son más buenos. Me arrean dos manotazos en la espalda y el tercero en la cara. Me quitan las gafas, ¡vaya desgraciado! Sé que lo ha hecho a posta. Me las pongo rápidamente y sigo. ¡Me he quedado con tu cara! Veo a ese tipejo pocos metros frente mí. Me dan ganas de esprintar para arrearle, pero quito ese pensamiento negativo de mi cabeza. Un energúmeno no te va a amargar la carrera. Sigo. Otro periodo de encefalograma plano. Veo un gorro en el fondo. A  alguien le han arreado más fuerte y no ha tenido tanta suerte como yo.

Pongo el pié en la arena. Camino. Por fin: la primera parte hecha y sigo entero. La moral muy alta, miro el crono: 1h15min  ¡no está mal! Llego al box. Hay gente, pero no mucha. O lo he hecho muy bien y no han llegado, o lo he hecho muy mal y ya se han ido. Me siento. Neopreno fuera, un trago de agua dulce y fría… ¿fría? Vaya,  ¡parece un caldo! Dejémoslo en agua dulce… Toalla, calcetines, zapatos de bici, casco, gafas, dorsal  y protección, pues en la última triatlón en junio me quedó una marca de lo  más estética que lucí todo el verano. Corro hasta  mi bici, ¡no es la única! De hecho, el parking está lleno, así que creo que no ha ido mal. Me pongo a pedalear.

Me he propuesto mantener los 30Km/h de media, y estoy haciendo entre 32 y 35: soy una máquina. Tengo la sensación de que luego lo pagaré. Llego a Masnou y doy la vuelta, entre 34 y 36km/h. Luego lo pago seguro. Bebo, como, y sigo pedaleando. Veo a Santi y Julia que están en Arenys y les saludo al pasar. Sigo pedaleando.

Más adelante veo un tío desesperado que entra a toda velocidad en una zona dónde la organización ha puesto un taller para poder reparar las bicis. Pues no sé que problema tendrá la bici. Le miro las ruedas y están perfectamente. Frena de golpe,  tira la bici y se mete en el  lavabo que hay a un lado. Vale, el problema no lo tiene la bici. Eso es lo que pasa cuando mezclas Powerbar con Isostar y geles. ¡Es una bomba de relojería! Por eso ni llevo Powerbar, ni me he tomado geles todavía. Qué gran momento debe estar pasando ese tipo allí dentro. Llego de nuevo a Calella. Cambio de sentido y ya llevo una vuelta, ¡venga máquina que sólo quedan dos!

Ahora entiendo los 36km/h… hay viento de Sur, y ahora me toca de cara. La velocidad baja a 28km/h. No puede ser. Pienso: “aprieta, que pasarás la vida sentado en la bici”. Aprieto. Encefalograma plano hasta Mataró. Ya llevo la mitad de la distancia en bici, ahora a descontar. ¡Gracias Josef, esto funciona! Sigo pedaleando. Esta segunda vuelta se me hace eterna. Suerte que voy pasando algunas féminas que te distraen un poco la vista… Para féminas estoy yo… ¡calla y pedalea! Y vaya máquinas lleva la gente, en eso sí que me puedo fijar. ¡Vaya maquinorras!

Llego a Arenys otra vez, y veo a Santi de nuevo. Esta vez con mi padre y Pati, ¡vaya sorpresa! Me dan ánimos en los 3 segundos escasos que nos vemos. Ya me duele el culo.

Sigo y adelanto a dos guiris. Son americanos seguro, pues se les salen los ojos de las órbitas cuando pasamos frente a la paya nudista que hay entre Sant Pol y Calella y vemos, desde una posición privilegiada, a un grupo de mujeres tomando el sol y charlando tan naturalmente. Oigo como uno le comenta al otro algo parecido a: “no sé que estamos haciendo aquí, ¿nos vamos a la playa?” y alguna grosería más… ¡Para playa estoy yo ahora!

Llega la hora del bocadillo. Ya lo empiezo a necesitar; sólo pensar en él se me hace la boca agua. Y además veré a Núria y los niños. Si puedo, pararé a darle un beso a Núria por apoyarme en todo esto, me digo. Llegando a la rotonda de Calella, paso por delante del avituallamiento, que está al otro lado de la carretera, pero no consigo ver a Núria. Bueno debo haber pasado sin verla, seguro que está allí, ¡ella y mi bocata!

 Llego a la rotonda, doy la vuelta y, cuando enfilo la carretera de nuevo, oigo a Núria y a las niñas a mis espaldas. Me giro y la veo al otro lado de la valla. Le grito: ¡¿y mi bocata?! ¡Qué desconsiderado! Te vienen a ver, se pasan horas al sol esperando a que pases y tú sólo piensas en el bocadillo. ¡Pero es que tengo hambre! Núria levanta las manos en un gesto que no logro identificar. No entiendo nada. Sigo y reniego un par de veces. ¡Me he quedado sin bocata! Eso está claro. Bueno, que no cunda el pánico, hay barritas de sobras y tengo otro bocata esperándome en el box. Núria ya hizo mucho llegando hasta allí.

La ida hasta Mataró con viento de cara se me hace durísima. Llevo una pájara encima que no me aguanto. Llego como puedo y doy la vuelta. Este último tramo con viento a favor se hace más llevadero, y me brinda imágenes duras. Hay bastante gente que todavía está al inicio de la tercera vuelta, y muchos con una pájara encima importante. Hecho un vistazo al rebaño de la playa. Siguen igual. Los guiris tampoco han parado en esta vuelta.

Llego a Calella. Rotonda. Disminuyo la velocidad. Saludo a Núria y las niñas, que siguen allí plantadas, gritando y animando. Las saludo con la mano y sigo adelante. Lo mejor de todo será bajarse de éste condenado sillín. Venga que ya llegas y “sólo” te quedan 42km corriendo. Me desanimo sólo de pensarlo. “¿Qué creías, que te iban a regalar esto? No le llaman Hombres de Hierro por ser precisamente fácil”, me digo. Sonrío  porque veo que lo puedo conseguir.

Llego al box. ¡Qué alivio, por fin me bajo de este condenado sillín! Corro hasta mi plaza de parking (es un decir, porque parezco un pato…). Espero que sean las bambas de bici. Dejo la bici, cojo unos geles de la bolsita y me los guardo en los bolsillos: nunca se sabe. Voy al box, me quito zapatos de bici, casco y me pongo las bambas. Todo esto disfrutando de un maravilloso bocata de jamón dulce y un Acuarius… caliente.

Salgo a correr. Miro el crono y  me llevo una sorpresa: voy con 20 minutos de adelanto respecto al horario previsto. Pese a la pájara, ¡no estamos tan mal! Mejor, porque no estoy como para hacer la Maratón en 4 horas. Sigo, y me impongo la estrategia de correr los 2,5Km entre avituallamientos, coger agua y coca-cola y bebérmelos caminado. Luego a correr de nuevo.

Estoy acabando la primera vuelta y Núria y las niñas me gritan y animan. Esto me da fuerzas. Me paro y esta vez sí que le doy un beso. Me empuja y me dice que ya se los daré cuando acabe. ¡Toma bomba emocional!: ¡me está diciendo que acabo!!! Debo estar un tanto sensible porque me emociono. Tanto que se me hace un nudo en la garganta y sigo corriendo muy animado. ¡Mierda!, el nudo en la garganta no me deja respirar, y me ahogo, lo que me devuelve a la tierra de golpe. El nudo se va, y vuelvo a respirar.

La segunda vuelta empieza un poco mejor, pero sin echar cohetes. Al llegar al kilómetro 18 me duele todo, pero el ritmo ha aumentado. Empiezo a creer que conseguiré acabar corriendo, y eso me da alas. Estoy muy cansado y no me entran más barritas, así que decido probar con un gel. Lo máximo que me puede pasar es que no llegue al lavabo y tenga que parar en un matorral cercano. Saco los geles del bolsillo: tengo 4 normales y uno con taurina, que no sé ni lo qué es, pero suena a cañero de verdad. Estoy agotado así que,  ¡de perdidos al río! Me tomo el de la taurina. Seguro que correré hasta el matorral más cercano, pero al menos correré. No sé si es la emoción, el gel, la taurina o las ganas de acabar, pero las sensaciones vuelven a ser buenas. Localizo a  Núria y las niñas, junto a ellas  veo a mi padre, mi hermano y  mis sobrinos que han venido a verme acabar. Ahora no puedo fallar. Salen fuerzas de dónde no las hay.

En la tercera vuelta el ritmo aumenta, me tomo más geles, a razón de uno cada 4 km. Lástima que no tengo más con taurina de esa. Veo que puedo bajar de las 12 horas y me emociono. Vuelve el nudo en la garganta y vuelvo a ahogarme. “Tú eres tonto de verdad” me digo, pero sigo manteniendo esos pensamientos, porque me dan alas. En esta vuelta paso a muchos corredores, supongo que muchos van por la primera y segunda vuelta, pero la verdad es que pocos corren más que yo. ¡Voy lanzado hacia mi victoria!

Las sensaciones son buenas, y la emoción me hace correr. Paso por delante de Núria y los demás sin pararme y lanzado, y quedo con Núria que me esperen a 50 metros de la llegada para entrar. Me emociono sólo de pensarlo. Vuelve el nudo y me ahogo de nuevo: ¡serás tonto!

Llega el kilómetro 37 y no puedo más. No me quedan geles y me arriesgo con uno de la organización que no he probado nunca. Aguanto como puedo hasta el 40, ¡ya está hecho! Estoy llegando, la emoción me desborda y no quepo dentro de mí. Kilómetro 41 ¡esto no se acaba nunca! Enfilo la última curva antes de entrar en la Z de llegada. Ya veo las gradas, el speaker sigue animando igual que hace 4 horas, hay una agitación que quita el hipo, y yo estoy llegando. Lo estoy consiguiendo, pero no veo a Núria, ni a las niñas. Primera curva. Enfilo la segunda recta. Allí está mi padre levantando los brazos, y Santi y Núria. Pasan a Berta y Leia por encima de la valla. Animo a Núria a venir conmigo, y me dice que me espera al otro lado, que entre con las niñas. En el fondo ya lo esperaba. Cojo las niñas de la mano y me estiran hacia la meta. Lo estoy consiguiendo. Corro muy lento para alargar ese momento de gloria, emocionado. El crono se detiene en 11h 51 minutos. ¡Me han sobrado 8minutos! Medalla y camiseta de Finisher. ¡Lo he conseguido!, después de 20 años de haber visto por primera vez a Julie Moss caerse y volverse a levantar para acariciar la gloria, yo también lo he conseguido. He tardado un poco más que ella, pero estoy encantado.

Ahora, que lo veo todo desde una semana de distancia, las agujetas se han ido, pero la satisfacción queda, quiero agradecer el esfuerzo que han hecho familia y amigos por ayudarme a conseguir algo así. Y sobretodo a Núria por aguantar todo lo que ha aguantado, haciéndose cargo de la casa, los niños y de mí, mientras  yo perseguía mis sueños.

Y desde aquí os animo a perseguir los vuestros, con tanta fuerza como os sea posible, pues alcanzarlos es algo que le da sentido a la vida. De nada sirve hacer muchas cosas si no te llenan.

Como anécdota os comentaré que en los últimos 8 meses, brazada tras brazada, pedaleada tras pedaleada y paso tras paso, he sumado las distancias como para ir, saliendo de Barcelona, hasta Palamós nadando, pedaleando hasta Varsovia (Polonia) y corriendo hasta Granada. Haciendo un poco cada día, sumamos mucho al cabo del tiempo.

5 comentarios:

  1. Enhorabuena por este merecido IM, ha sido...mmm...¿curioso? ¿entretenido? ¿interesante? quizás un poco de todas el ir viendo tu evolución, y lo mejor, ver que ha dado sus frutos! Ahora ya sabes... Marathon des Sables! Aunque antes estaría bien una Ophiusa ;-)

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  2. FELICITATS GUAPÍSSIM. Per cert, la crònica, fantàstica... :)

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  3. Buuuuffff, Quina crònica més espectacular, quasi com la proesa!!!
    Felicitats a tota la family, com bé dius, això és cosa de tots.
    I ara... What's next??? :-)

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  4. FELICITATS!!! Tots sabiem que arribaries, perque a força de voluntat no et guanya ningú!!M'ha encantat la crónica... Ens veiem molt aviat!!!

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  5. Todos sabíamos que estabas un poco chalado metiéndote en esta aventura pero nadie dudaba de que si te lo proponías lo conseguías, ¡sabíamos que llegabas ni que fuera arrastrándote !.

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